Es increíble la magia, tranquilidad y armonía que un pequeño lugar puede inyectar en nuestras vidas, haciendo más amena la nocturna rutina de nuestro diario vivir. Sin duda, le hablo de uno de los lugares que impone su galanura por vivacidad, sí, le hablo de las fuentes danzarinas de la calle 8 en San Francisco de Campeche.
Déjeme resumirle, se trata de un espectáculo de luz y sonido de tres fuentes programadas para bailar al son de la música, el cual se presenta todas la noches durante tres funciones. Pero una de las características que hace que las fuentes se conviertan en predilectas es que te atrapa en todos los sentidos y por distintos lados. Antes de continuar, hagamos una pausa y permítame preguntarle algo, ¿ya vio la imagen que encabeza este artículo? ¿Alcanza a ver las torres de Catedral? Y si le pongo de fondo una muy conocida canción campechana que parafrasea “¡Ay!, Las torres de Catedral, la luna, mi amor y el mar, ¡Qué lindo es vivir así!” Quienes tenemos la dicha de conocer esta canción, hasta entonadito lo leemos, ¿se siente el cambio, verdad? Pero eso no es todo, como en Campeche somos tan complacientes, no solo se disfrutan estas fuentes con melodías típicas sino incluso puede deleitarse con piezas italianas, infantiles o incluso algo más movidito.
Además le tengo un plus, ¡un arlequín en zancos! Sin duda, este cómico personaje es parte del encanto, porque con su sutil mezcla de ingenio, candidez y gracia transmite su libertad de expresión reflejada en las artes circenses a través de zancos, malabares e incluso el monociclo. Esta repentina unión entre mimo y payaso, implica una sola cosa: una sonrisa de agradecimiento reflejada en todos y cada uno de sus espectadores.
Pero si las fuentes y el arlequín ya son los protagonistas de este escrito, con una maqueta de bronce ubicada a un costado, se convierten literalmente en majestades. Ésta muestra, refleja el trazo urbanístico de Campeche colonial, y aunque actualmente se ha procurado que el centro histórico conserve parte de su estructura original, sin titubear, ésta maqueta se convierte en un recurso infalible para ilustrar historias y contarlas a través del tiempo. Literal, es un oasis en la ciudad.
Creo que el verdadero valor de este sitio tan especial es este: reunir detalles únicos de Campeche, transformarlos en un espectáculo y al final regalarle ese fugaz pero tan buscado sentido de pertenencia. Amable lector, si aún no ha disfrutado de un arlequín bailando al compás de las fuentes, hágalo cuanto antes. No solo porque es gratis o por la admirable coordinación del agua, sino porque logrará descubrir ese instante mágico que le dosifique esos gramos de calidez que necesita cada noche.
Apropósito, gracias por dibujarme una enorme sonrisa en mi rostro durante toda la semana pasada. El simple hecho de saber que el artículo llega a usted me hace feliz. Nos leemos el próximo lunes.
Berenice Ceballos García