Así como el buen fotógrafo juega con la perspectiva, así los buenos viajeros aprovechan cada salida, cada momento, cada espacio que proporcione una dosis de inspiración y es que como bien dicta coloquial frase “todo depende del cristal con que se mire”, y vaya que tiene lógica. Es por eso que en esta ocasión he de compartirle un fantástico rincón desde impresionantes vidrieras con sublime colocación.
Me refiero nada más y nada menos del asombroso “Cosmovitral”, un singular espacio dedicado a la vegetación ubicado justo en el centro de la ciudad de Toluca, Estado de México. Este jardín representa actualmente una admirable obra de arte y es que conjuga dentro de un mismo espacio una equilibrada dosis de arquitectura, ingenio, botánica pero sobre todo imaginación y lo mejor de todo es que cualquier visitante se puede dejar seducir por la belleza de luces, el aromático ambiente y la indicante tranquilidad.
Imagine nada más querido lector, un enorme edificio de notable estructura metálica acompañado de grandes ventanales pero sobre todo una gama de tonalidades de vidrio soplado que se conjugan entre sí. Es impresionante llegar al lugar y pararse justo en la entrada para dejarse deleitar por el sublime mensaje del vitral de acceso, ese que representa al Hombre Sol, y que te envuelve en primera instancia con sus tintes filosóficos y no es para menos, porque es delirante observar una enorme vidriera encuadrando un gran círculo de fuego con reflejos y llamas, de matices rojizos, naranjas y hasta amarillentos que bien enmarcan la figura del hombre tras la proporción aurea pitagórica, es decir lo dividen armoniosamente en proporción y tamaño para encajar a perfección con el universo.
Pero eso no es todo, en su interior podemos realizar tranquilas caminatas a través de despejados senderos y pasillos que refugian todo una gama de plantas y flores; no es extrañar entonces que este lugar resulte ideal para los viajeros botánicos, ya que podemos encontrar diversidad de colores, tamaños y hasta olores en orquídeas, rosas, arbustos, helechos y hasta arboles de perennes hojas, que a la par indican su eficaz uso en la medicina tradicional. Digamos entonces que este lugar funciona como una especie de invernadero que da cobijo ante el itinerante clima frio de la región, a más de 400 especies de plantas prevenientes América, África y hasta Asia.
A los compases del agua al caer en las fuentes que encontramos, podemos hallarle sentido incluso al amor, y es que para mi sorpresa aquí encontré a los “candados del amor”, una singular iniciativa del año 2006 donde los enamorados que visitan este lugar, tienen la costumbre de colocar una cadena con candado, arrojar la llave al agua y así pactar cariño y ternura por siempre.
Lo cierto es que siempre faltaran letras para describir tan sublime lugar que no solo tiene plantas y flores, sino que también se deja acompañar de bustos y placas conmemorativas a importantes personajes así como faroles de la amistad entre México y Japón. Pero lo que sin duda roba la atención es la armonía de las vidrieras, en donde podemos extasiar nuestras pupilas y ejercer nuestra imaginación con la nebulosa de Andrómeda, la Vía Láctea y hasta los contrastes del cosmos entre el bien y el mal a través búhos, aves y hombres. El secreto de este lugar radica en la indicante posición del sol, que a través de sus destellos de luz permite obtener diversos panoramas bajo los estándares de la óptica.
No cabe duda mi estimado lector que en México tenemos impresionantes muestras de bellezas, sigamos pues viajando.