Es de humanos decidir, aventurarse y por qué no hasta de arriesgar. Es normal, ya que todos tenemos en tinta indeleble ese “intenta” convertido en voluntad, pero para poder llegar hasta ese punto, en nuestra vida han de suceder una serie de acontecimientos que nos den seguridad, confianza y tranquilidad. Pues bien, en la mayoría de las ocasiones buscamos refugio detrás de una puerta, detrás de esta singular pero ambigua estructura de acceso que casi siempre pasamos desapercibida pero que nos permite sentirnos protegidos y resguardados.
Pues bien estimado lector, sin más palabrería y llegando al meollo del asunto, en al ámbito turístico las exposiciones son de gran interés para muchos de nuestros visitantes, y particularmente esta semana tuvo lugar en la ciudad, una exposición fotográfica titulada “Puertas de Yucatán” la cual nos ofrece una variable y colorida colección de puertas que identifican al vecino estado pero sobre todo nos muestran cuantiosos detalles que las hacen únicas.
Y ya que hablamos de puertas especiales, permítame presentarle unas excepcionales puertas que abrían y cerraban nuestra mítica ciudad, y que hoy por hoy son una muestra indiscutible de años de historia. Sí, las ya famosas “puerta de mar y puerta de tierra”, dos de los cuatro accesos con que contaba la antigua ciudad amurallada y fortificada de Campeche, las cuales –aunque reconstruidas- , nos expresan actualmente ese privilegiado aire colonial que data del siglo XVIII, y que nos muestran a través de su grácil arquitectura rodeada de vistosas murallas, lecciones de historia y el honroso título declarada por la UNESCO de “Ciudad histórica fortificada de Campeche, patrimonio cultural de la humanidad”.
Entonces, vale bien una detallada caminata entre puerta y puerta que ofrece un galardón a nuestro más intimo sentido arquitectónico colonial. Actualmente este recorrido se realiza por la conocida calle 59, en parte peatonal y que conecta ambas puertas regalando al visitante su añejo toque colonial combinado con dotes de frescura. Es precisamente en este espacio, y ya que antes le hablaba de exposiciones, donde actualmente podemos encontrar otra muestra de arte, se trata de la itinerante exposición “Alas de la ciudad” integrado por nueve piezas escultóricas que tienen un fin en común: mostrar las infinitas posibilidades de libertad con que cuenta el ser humano a través del simbolismo que las alas metafóricamente nos pueden dar para emprender el vuelo. Es común entonces, que todos tengamos sueños vagabundos, idealizados, diferentes o difíciles en algunos casos, pero no imposibles de alcanzar, como bien al iniciar este escrito le hablaba de esa voluntad por hacer las cosas, estas esculturas se convierten en el recurso modelado eficaz para emprender el vuelo.
Amable lector, no me queda más que invitarlo a disfrutar de este singular pasaje donde confluyen en tiempo y espacio uno de las muchas riquezas que Campeche pone a los ojos del mundo: siglos de historia plasmados en un importante acervo arquitectónico colonial, y por supuesto, con la mejor actitud ¡emprendamos el vuelo!
Berenice Ceballos García.