Berenice Ceballos García.


Porque viajar es la mejor forma de ejercitar la mente... y el corazón.

Celoso guardián botánico

25.04.2014 12:14

Viajar en auto des estresa y más cuando tu manejas… me lo habían dicho tantas veces, que siempre pasaba desapercibido. Si bien sea cierto o no, esta coloquial frase conlleva razonables pizcas de certeza, sobre todo cuando es uno quien está al volante y el lujo de parpadear siquiera dos segundos no está permitido, así que tal cual alerta vigía puedes observar todo lo que te rodea, TODO, un amplio panorama que regala un atinado obsequio paisajístico de rurales caseríos con exuberante vegetación,  adornado con árboles frutales y si tienes suerte con endémicas especies animales.

Siendo franca  ser observadora no es mi fuerte, pero que me dice de usted querido lector, ¿Puede voltear a su alrededor y echar un vistazo? ¿Ya se dio cuenta que tenemos plantas por todos lados? Vaya: floreros en las oficinas, maceteros en los pasillos de los centros comerciales, jardines en las casas… la lista continúa y por eso hoy más que nunca considero y afirmo que el contacto humano con la naturaleza es imprescindible.

 

Entonces permítame mostrarle un interesante reguardo botánico que conjuga armoniosamente historia arquitectónica y una concisa pero sustanciosa muestra didáctica de la vasta riqueza floral de la región campechana: El jardín botánico Xmuch´Haltún, en el histórico baluarte de Santiago, llamado así en honor al santo guerrero protector de las conquistas españolas y siendo a la par  el  baluarte que culminó el amurallamiento de la ciudad, convirtiéndose en parte del sistema defensivo construido  en contra de los posibles ataques piratas. A pesar de que actualmente, solo la puerta de acceso es original, aún nos permite visualizar su gran importancia arquitectónica pero sobre todo de custodia. Sí, sigue en defensa pero ahora de un mimoso jardín, cuyo actual nombre proveniente de la lengua maya quiere decir “agua que brota de la tierra”, aludiendo a la gran importancia del vital liquido para la vida vegetal.

Es precisamente aquí donde se puede encontrar una de las especies más representativas de Campeche, el palo de tinte, el cual nos remonta a inicio de la época colonial, cuando su extracción y comercialización lo convirtió en uno de los productos de mayor demanda, al ser catalogado como  madera preciosa al producir un tinte color purpura. Por si fuera poco, existe una amena muestra de plantas medicinales utilizadas en la ancestral herbolaria maya, como por ejemplo el aloe vera, extraído de la sábila, cuya propiedad cicatrizante, humectante y hasta des inflamatoria, lo convierte en un remedio por excelencia. Y con miras gastronómicas, la cocina campechana es predilecta por su sabor, lo cual no podría ser posible sin especias como la pimienta, cuya hoja despide su inigualable olor y sazón.  Además, sí de belleza hablamos, variedades como el tulipán engalanan este jardín que es palpablemente, muestra un vasto corredor biológico digno de apreciación.

Antes de terminar, viene a mi mente un viejo pero sabio refrán que dice “no se puede cuidar lo que no se conoce” y vaya que es muy cierto, por eso, estimado lector lo invito a conocer este  atractivo rincón,  diseñado para ilustrarnos la gran riqueza de nuestro patrimonio natural, su enorme valor en nuestra vida cotidiana y por qué no, hasta la sorprendente belleza de formas y colores.

Berenice Ceballos García.