Berenice Ceballos García.


Porque viajar es la mejor forma de ejercitar la mente... y el corazón.

Fotogalería: Chicaná

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Chicaná y su increible mascarón

Las gotas caían a cantaros y el clima se tornaba fresco pero seguramente eso no impediría mi visita a la ruta eco-arqueológica de Calakmul. Con paraguas en mano, provista de buenas botas y sin soltar la cámara fotográfica no desistí en seguir el tour, nos encontrábamos en el segundo sitio a visitar, sí me encontraba precisamente en la casa de la boca de la serpiente: Chicaná.

Este enigmático sitio se encuentra ubicado dentro de los límites territoriales del municipio de Calakmul y para poder accesar a él, es necesario tomar la carretera federal 186 en dirección Escárcega- Chetumal. A poco más de 140 kilómetros de recorrido es posible visualizar su indicador letrero que te conduce hasta la garita de acceso y una vez ahí empieza la admiración y la aventura por este singular sitio que guarda secretos milenarios y que una vez me ha dejado asombrada.

La primera estructura con la me encontré fue la número 20,  un singular edificio palaciego que guarda influencia del estilo Chenes pero cuya arquitectura está íntimamente ligada al estilo Rio Bec, así que esta mixtura de estilos arquitectónicos mayas le proporciona una  grandiosa majestuosidad.  Su parte inferior se rodea de aposentos con banquetas decoradas con rosetones, esos que servían para el descanso de la elite que vivía en este sitio y en su parte superior hay  vestigios de  dos fachadas integrales, una de ellas con cascadas de mascarones del dios de la lluvia Chaak  en las esquinas y para darle mayor verticalidad al edificio, una calada crestería.

Siguiendo los delimitados senderos es posible visualizar a lo lejos un muy alargado edificio. ¡Casi 40 metros de extensión! Se trata de la estructura número 1 con sus esbeltas y ornamentales torres acompañadas de redondeadas esquinas; pero lo que aquí sin duda captó mi atención fueron las cruces de kan, esas que representan los cuatro puntos cardinales y el universo en un mundo plano, con un singular eje rector: la ceiba o el maíz. Para incrementar la admiración la parte inferior está decorado con grecas, icónicas representaciones de las montañas refiriéndose por supuesto a la creación.

En la plaza central podemos encontrar la estructura más importante. Un palacio de tres cuerpos conformado por una fachada integral con rasgos de un ser sobrenatural dotado de estábricos ojos,  colmillos que rodean todo el vano de acceso y que representan las estalactitas que hay en el interior de las cuevas así como cascadas de perfil del Dios Chaak. Siempre por supuesto aludiendo a la extensa y caprichosa ideología maya. Fue precisamente este mascaron con el que los descubridores se basaron para  para darle nombre al sitio, pero lo fantástico es que se conserva en su gran totalidad y que está ahí, esperándolo para que usted lo conozca. 

También es posible apreciar las puertas de acceso decoradas a manera de chozas mayas, es decir con pajas y aludiendo a un edificio habitacional. Siendo meticulosos observaremos los colores originales con que estaba detallado: ocre, rojo y azul, pero siendo aún más minuciosos es posible visualizar una de las características más importantes del estilo Rio Bec, los murales con jeroglíficos en ausencia de estelas con escrituras; así un pequeño glifo se conserva en el anexo del lado derecho de la estructura y gracias a investigaciones y a la amabilidad del guía por compartir tan singular secreto pude saber su significado: “U katún, u ch`ajom, bats ajaw”, que alude al nombre de un personaje, el dueño de la casa: “los 20 años del decapitador, señor zaraguato”; permitiéndonos especular así, que Chicaná era un suburbio de la Zona Arqueológica de Becán, manteniendo una íntima relación a solo 2 kms de distancia.

Ya se imaginará estimado lector lo admirada al salir de este lugar, es en pocas palabras impresionante.

*Agradecimientos especiales al Lic. Wilberth Salas, estimado colega, guía y amigo por su valiosa aportación en este artículo.