Berenice Ceballos García.


Porque viajar es la mejor forma de ejercitar la mente... y el corazón.

Tradicionales juguetes

09.05.2014 09:43

¡De viajeros y extraños, los juguetes de antaño! Una certera frase para conmemorar  tan especial momento dedicado a los pequeños del hogar, quienes con su abismante curiosidad,  de singulares muecas y atinadas muestras de ingenuidad nos proporcionan esa ideal dosis de infantilismo que solemos olvidar.

Partiendo de este tema pongo en consideración mis últimas visitas a las ferias locales, donde me he llevado la agradable sorpresa de encontrar stands dedicados a la venta de juguetes tradicionales; siendo sincera no los hay en abundancia pero el hecho de encontrar tan siquiera uno, me reconforta. Permítame querido lector, explicar mis razones.

Por simple que parezca estos juguetes tradicionales representan una interesante demostración creativa de productos elaborados en nuestra región, que son generalmente hechos a base de madera, regalándonos así  una atinada muestra artesanal  de yoyos, baleros, timbombas y hasta elásticos tirahules. Entendiendo dentro de este contexto el latente interés de nuestros artesanos por preservar a través de los pequeños, estos juguetes que promueven la imaginación pero sobre todo el esparcimiento sano.

Digamos que acá entre nos, si somos aún jóvenes o quizás ya no, pero tuvimos la oportunidad de disfrutar tales juguetes, lo más probable es que recordemos con añoro tan apreciables momentos, porque son juegos tan fáciles y convencionales, que se anexan a nuestra vida cotidiana pero sobre todo a nuestra memoria, con elemental sencillez. ¿Recuerda cuando disfrutaba sus tardes jugando con amigos, primos y hasta vecinos la timbomba? ¿Visualiza la agilidad con que golpeaba los pequeños “palitos” para velozmente alejarse? ¿Se preocupaba por el tiempo? ¡Qué va!

El éxito de estos juegos radicaba en su practicidad, ingenio pero sobre todo su sociabilidad. Aquí es donde los niños aprendían a compartir momentos mezclados de fantasías, donde los prácticos juguetes se convertían en fabulosas piezas interactivas y donde no se necesitaba más que una buena dosis de imaginación para realizar desafiantes y sanos torneos. Vaya, no hay que ser un genio para unir las piezas, es tan sencillo que por el simple placer de jugar los niños se divertían tal cual.

Es oportuno entonces concluir, que aunque no se rechazan los avances tecnológicos e interactivos que el mundo de los juguetes ofrece actualmente a los pequeños, si se echa de menos con gran animosidad su uso. Y es que más allá de la sana diversión que pudiesen proporcionar, estos juguetes realizados por nuestros más nobles artesanos, representan toda una serie de costumbres y tradiciones, que transformadas en juguetes reflejan la sensatez, el ingenio pero más aún el vocacional interés por mantenerlos a pie de lucha.

Queda entonces de nosotros, enseñarles a las nuevas generaciones el uso y la aceptación de estos singulares juguetes que son parte elemental de inimaginables historias de vida. Me despido de ustedes compartiéndoles una sugestiva frase que leí hace apenas unos días: Si la vida no la convertimos en el más divertido de los juegos, entonces ¿Qué caso tendría? A jugar.