Berenice Ceballos García.


Porque viajar es la mejor forma de ejercitar la mente... y el corazón.

Punta Xen y la tortuga de Carey.

02.09.2014 13:35

“Y cuando anochecía,  el acuoso horizonte de suave oleaje se disponía a cobijar a sus nuevos pequeños huéspedes, quienes ávidos se movían para acelerar su andar”. Así percibí la liberación de más de seiscientas tortuguitas de Carey que emprendían el viaje por la vida, un ecológico recorrido que más allá de ser un turístico atractivo se convierte en una concientizadora lección. Permítame compartirle estimado lector, una enriquecedora experiencia que vale bien la atención.

Enclavado en el litoral champotonero se encuentra Punta Xen, un tortuguero campamento custodiado por un grupo ecologista que protege, preserva pero sobre todo comparte la maravillosa observación de una de las  más emblemáticas quelonias especies de la costa Campechana. De tranquilas aguas, fina arena, grandiosos atardeceres pero sobre todo de distinguidas visitantes, esta playa es el predilecto sitio para el  desove, la anidación y la liberación de cientos de tortugas de Carey, que desde mayo hasta julio hacen su arribo para cavar un nido y depositar allí sus huevos. Lo grandioso de la naturaleza radica en  que un par de meses después eclosionan esas  crías de oscuros caparazoncitos que se aglomeran unos con otros entre la arena, la humedad y el asombro de los visitantes. Créame este es un escenario sin precedentes, maravilloso, que desde esta vidriera ha sacudido mi alma viajera.

 

Aquí aprendí que estas tortugas marinas suelen retornar a reproducirse a las playas donde han nacido, así que Punta Xen se ha convertido en un gran eslabón de conservación, que para bien ha aumentado sus índices de anidación respecto a años anteriores. Esto indudablemente requiere de esfuerzos conjuntos para poder preservar la especie que ya de por sí se encuentra seriamente amenazada por un gran número de factores, desde la pérdida de su hábitat hasta su caza ilegal. Entonces su supervivencia es cuestión de vida y ante tan alarmante situación se formó un grupo de heroica condición.

Sí, desde 1995 pescadores champotoneros se han preocupado por la conservación de la tortuga de Carey y desde entonces han dejado de lado sus embarcaciones para constituirse como una asociación civil sin fines de lucro especializada en el manejo y la preservación de estas tortugas.  En amena charla pude comprender  que aquí la vida animal vale y mucho, tienen un compromiso con la vida y por ello  no hay cansancio que los detenga ni tempestad que los apacigüe porque bastan las energías para patrullar nocturnamente kilómetros de playa en busca de  tortugas que han salido a desovar, localizando los nidos para trasladarlos así a un lugar seguro. Esta es realmente una digna labor, que merece más que nuestra simple atención porque conlleva la cuidadosa manipulación de los huevos, su traslado y por supuesto el seguimiento para su liberación al tiempo apropiado.

 

Yo los llamaría guardianes de la vida marina, porque cambiaron sus formas de vida para trabajar en pro de una entera comunidad,  creando conciencia a la población, esforzándose por mitigar las diversas amenazas a la que se enfrenta esta especie pero sobre todo compartiendo tan noble misión.   Y así como los engranes de un reloj avanzan en conjunto siguiendo una misma ruta, así deberían de ser las fortalezas sociales para valorar, cuidar y proteger esta especies.  Créame que tener la oportunidad de participar en la liberación de las crías al mar y observar todo el proceso que conlleva la  conservación de esta especie marinas es una de las mejores experiencias viajeras  que mas allá de solo regalarnos un buen momento, sacude nuestra ecológica conciencia.  Y  nosotros ¿Tenemos un compromiso con la vida? Es momento de actuar.