Este viernes inicia el primer fin de semana largo del año, excusa perfecta para disfrutar de un relajante puente en compañía de los nuestros; si bien para finalizar el gastado mes de enero, quedarse en casa sería el supuesto ideal, en esta ocasión y en contraparte le comparto una regocijante opción de esparcimiento que más allá de ser un atractivo turístico se convierte en una visual herramienta histórica que nos enseña parte el esplendor económico de nuestro querido Campeche.
Sin más preámbulo me refiero a la Ex Hacienda Chilib, ubicada dentro de los límites territoriales del municipio de Tenabo y a tan solo a 10 km de la productiva comunidad de Tinún. Para poder llegar es necesario recorrer un camino de terracería, que a pesar del incomodo trayecto es posible disfrutar de llamativas extensiones laterales totalmente verdes, la cantidad de árboles y sus diversos frutos compensan cualquier hastío. Este rural camino nos induce a donde realmente queremos llegar: una añeja entrada de ranchería llena de maleza pero que esconde en su interior una notable muestra del histórico desarrollo económico en el siglo XIX;
Esta hacienda tiene una considerable dimensión territorial, por lo que es sensato razonar su trascendental producción a base de maíz, henequén y sobre todo ganado vacuno porque más allá de su esplendorosa pero añeja estética, esta propiedad era como muchas otras en su época, un independiente núcleo económico que servía de autosuficiencia para ésta zona.
El desarrollo de ésta próspera hacienda, permitió la construcción de casas-habitaciones a base mampostería. La amplia y solida arquitectura que aquí podemos encontrar, nos permite viajar al pasado y sentir esa majestuosidad al contemplar el casco de la hacienda: una elegante arquería de entrada que nos ofrece una peculiar pincelada del Camino Real, además de habitaciones, amplios ventanales y toda una serie de espacios designados precisamente a la vivienda, la producción e incluso la instrucción. Los añejados muros donde la caprichosa naturaleza se ha enraizado y el transcurrir del tiempo merma el revocado, nos regalan un fugaz pero admirable paisaje que se conjuga con la espesura del campo y el interminable cielo. ¡Un panorama que no se lo puede perder!
La alta y grisácea chimenea pareciera guiarnos al cuarto de maquinas, esa que representa la transformación de los medios de producción, indispensable para aumentar y eficientar la elaboración del preciado henequén, el insumo que llegó a Campeche para cambiar totalmente el escenario económico y social de la época. Hoy las antiguas vigas de madera son fieles ejemplos de tan singular lugar, cuyos accesos con triangulares frontones en la parte superior acompañan paralelamente algunos arcos con moriscos motivos, esos que presentan delicadas curvas. Para nuestra sorpresa y quizá con oportuno momento, podrá hallar algunos restos despedazados de antiguas tejas con incompletas pero presuntuosas palabras, donde aún se puede leer “arseille”, indicando quizás “Marseilla en España su lugar de procedencia, ya que antiguamente los barcos cargados se lastre, intercambiaban productos de la península, siendo estas mismas tejas las que servían para techar las casonas.
La simbolización religiosa era parte del hacendado y por supuesto de sus sirvientes, por ello aun es posible apreciar de pie la imponente capilla, que debe su acceso a una pequeña escalinata cuyos costados tienen pilastras decoradas motivos geométricos que aun guardan su rojizo color y que remata con un antiguo atrio de bajos muros.
¡Vaya! Con admirable arquitectura es imposible negar el abundante legado cultural patrimonial que tenemos. Esta ex hacienda es una digna representación de la industria henequenera en nuestro estado, símbolo de la grandeza y esplendor de una época que irónicamente se encuentra hoy en día en escombros. No lo deje pasar y conozca la Ex Hacienda Chilib.
Berenice Ceballos García.